viernes, 28 de julio de 2017

DB0605

El móvil sonó en la mesilla de noche, despertando a Lauren. Con un gruñido, echó un vistazo al reloj, que le reveló que aún quedaban un par de horas para que le sonara el despertador, y cogió la llamada temiendo el motivo de la misma.

—Lauren.
—Tenemos otro—dijo simplemente una voz masculina al otro lado de la línea.
Lauren suspiró, moviendo las sábanas y sentándose en la cama para despertarse.
—Envíame la dirección. Voy para allá.
Tras una confirmación, colgó y dejó el móvil en el mismo sitio, vibrando una vez con el mensaje de su compañero. Unas manos rodearon su torso a la vez que notó besos somnolientos en la espalda. Lauren sonrió y se inclinó en el abrazo.
—Abusan de ti por ser demasiado buena en tu trabajo—susurró Carrie, con la voz aún ronca.
—Exagerada—Lauren plantó un beso en la frente de su amante y se levantó, dirigiéndose hacia el baño—. Mejor que te prepares, no tardarán en llamarte a ti también.
En ese instante, siguiendo las palabras de Lauren, un móvil sonó en la otra mesa de noche. La detective sonrió con sorna y desapareció por la puerta del baño al tiempo que Carrie cogía el teléfono para escuchar a su jefe dándole órdenes de cubrir otro asesinato.


Lauren saludó con su cabeza a Eiden al entrar una hora después en la habitación de la lujosa mansión. Su compañero hablaba con un hombre anciano visiblemente afectado. Iba vestido con ropa formal, casi parecida a un esmoquin, y hablaba sin mirar al detective, sino al cuerpo que se encontraba inmóvil en la enorme cama en el centro de la habitación.
La detective se acercó al cuerpo y observó los horribles detalles que relataban su muerte. Su camisa estaba teñida del rojo de su sangre, así como las blancas sábanas de la cama. Lauren hizo una mueca ante el desastre de la escena. Miró a los ojos del cadáver, aún abiertos, y notó con tristeza la falta de vida en ellos.
Con un golpe de bolígrafo en el brazo, Eiden sacó a Lauren de sus pensamientos.
—Deprimente—afirmó antes de redirigir la atención de su compañera hacia el espejo de la habitación—. Y va con mensaje.
—¿Para la víctima?
Eiden se encogió de hombros y repasó los datos de su libreta.
—Puede que sí, o puede que no. El mayordomo asegura que ayer por la tarde cuando entró para colocar la ropa –sí, colocar, has oído bien- el espejo estaba perfectamente limpio.
Los dos se alejaron de la cama y caminaron hacia el espejo para que Lauren lo examinara mientras Eiden la ponía al día.
—El mayordomo encontró el cadáver, o más bien, a Darren Brown. A simple vista el forense calcula que no lleva muchas horas muerto, y distingue tres disparos en el pecho como causa de la muerte. Aparte de esta obra de arte—dice señalando el espejo en el que se podían leer obscenidades escritas con carmín—, no hay nada fuera de su lugar.
—Ya veo—murmuró Lauren repasando la habitación con la mirada—. Una mansión como esta debe tener cámaras de seguridad, de modo que hay que hablar con el mayordomo una vez esté más tranquilo. También hay que hablar con los vecinos; tienen casas igual de grandes, así que seguro que tienen cámaras en las entradas. Igual podemos pillar imágenes de algún coche escapando de manera sospechosa de madrugada.
Eiden asintió, apuntando lo que decía, y se dirigió fuera de la habitación para ponerse con las tareas de las cámaras. Lauren, por el contrario, se dio un momento para mirar a la víctima. Darren Brown. Le sonaba el nombre de algo, pero no lograba situar ni el nombre ni su cara. Soltó un suspiro y miró el reloj, que marcaba casi las 7. Saliendo de la habitación llena de fotógrafos, forenses y otros detectives, pensó en lo cómoda que era su cama y lo mucho que le gustaría estar en ella en ese momento con…
—¡Detective Wyatt! —escuchó al salir de la mansión. Levantó la mirada y vio a Carrie detrás de la cinta policial que rodeaba la casa, intentando deshacerse de los policías que custodiaban dicha cinta.
Lauren reprimió una sonrisa y se dirigió hacia ella, señalándole a los policías que estaba bien.
—Carrie Decker. ¿Cómo no me sorprende verte aquí la primera?
Los ojos de la detective emitieron un destello al levantar una ceja hacia la periodista que estaba al otro lado de la cinta amarilla. Notó cómo la otra mujer también intentaba reprimir una sonrisa que amenazaba con asomarse por la punta de sus labios.
—¿Darren Brown ha sido asesinado? —preguntó la periodista apuntándole con una grabadora.
Directa al grano, pensó Lauren. Se inclinó sobre la grabadora y miró a Carrie a los ojos, desafiante.
 —Sin comentarios.
Carrie puso los ojos en blanco.
—Venga ya—se quejó—, está claro. Sólo necesito una confirmación.
Lauren la miró durante un momento y sonrió con suficiencia, ganándose una mirada de odio de la periodista. Esta apagó la grabadora y echó un vistazo a su alrededor para comprobar que nadie las escuchaba.
—Podrías echarme una mano alguna vez, ¿sabes?
Lauren suavizó la mirada.
—Sabes que no puedo.
Carrie cruzó los brazos y puso los ojos en blanco.
—Ya, eso dices siempre, pero luego los de la nacional se enteran de las cosas antes que yo.
—No se enteran de mi boca.
La periodista miró a los labios de la detective con la mención a su boca rápidamente y se encogió de brazos.
—Si tú lo dices—dijo guardando la grabadora en su bolso—. ¿Supongo que la cena de esta noche se aplaza a otro día?
Lauren la miró disculpándose con los ojos y Carrie movió la mano.
—Ya, ya. El procedimiento, lo pillo.
La detective sonrió y suprimió las ganas de besar a la mujer que tenía delante, despidiéndose con la cabeza y una sonrisa.


Al llegar a la comisaría, Lauren cogió el rotulador blanco y escribió el nombre de la víctima en la pizarra transparente. Encontró el informe sobre la víctima sobre su mesa y lo primero que hizo fue colocar su foto encima de su nombre en la pizarra. Darren era joven, sólo tenía 27 años, y ya era dueño de una popular empresa de publicidad. Al leer su historial, por fin recordó que había leído sobre él en alguna revista de emprendedores en la consulta del dentista. Así que de ahí le sonaba.
Estaba escribiendo los datos relevantes de su vida cuando Eiden apareció por la puerta.
—Malas noticias.
Lauren se giró y vio cómo su compañero se acomodaba quitándose la chaqueta.
—¿Tan pronto?
—La memoria de las cámaras de seguridad ha sido borrada, y muchos de los vecinos se negaban a darnos las grabaciones de las suyas. Sin embargo, algunos sí que nos las han dado—afirmó levantando una memoria USB.
La detective dejó el informe en su mesa e inclinó la cabeza.
—¿Y eso es una mala noticia?
Eiden hizo una mueca.
—Comprobé las grabaciones antes de venir y no se ve ningún coche sospechoso, ni a nadie huyendo de la casa.
Lauren suspiró y le pasó el informe de la víctima a su compañero.
—Le echaré un vistazo a las grabaciones de todas maneras—dijo ella agradeciéndole el trabajo—. Darren era un grande en los negocios. Empezó con una empresa muy pequeña y ahora es de las mejores en el sector, imagino que ganando enemigos en el camino. Su número de contacto es su hermano Eric; hay que llamarlo para que venga y…decírselo.
Ambos cayeron en un triste silencio. En libros y películas los detectives siempre dicen que lo peor del trabajo es contactar con la familia, pero ni de lejos reflejan lo difícil que es. Para Lauren conlleva un gran esfuerzo hablar con las personas en general, dejándola como si le hubieran quitado toda energía en la interacción, pero hablar con la familia de la víctima era aún peor; le dejaba exhausta.
—¿Puedes llamarle tú? Yo iré a su oficina, a ver si encuentro algo que sirva.
Eiden asintió ausente, mirando la foto de Darren en la pizarra, mientras Lauren se ponía el abrigo. Antes de salir, le dio un apretón en el hombro a su compañero, quien asintió de nuevo y se puso en marcha.


Mientras Lauren subía por las escaleras –nunca cogía ascensores si podía evitarlo- recibió un mensaje de Carrie.
La noticia está fuera, pensé que querrías saberlo.
Aún sonriendo, la detective abrió la puerta de las oficinas de Darren e hizo nota mental de contestarle cuando acabara. La oficina era lujosa pero moderna, decorada con pósters de diferentes anuncios. Una chica joven la miró desde detrás de un mostrador, levantando la mirada de la revista que estaba leyendo.
—Buenos días, bienvenida a Infinity—dijo con una sonrisa educada—. ¿Puedo ayudarle en algo?
—Sí, gracias— contestó Lauren igualmente educada enseñándole la placa—. Estoy buscando a la secretaria de Darren Brown.
La chica asintió y se levantó, pidiéndole a la detective que la siguiera antes de comenzar a caminar. Entraron en otra oficina, igual de lujosa que la anterior, sólo que en esta había otra mujer, no mucho más mayor, detrás de una mesa. La chica del recibidor la señaló con una sonrisa y desapareció por la puerta por la que habían entrado.
—Buenos días, ¿puedo ayudarle? —preguntó al igual que la otra chica.
Lauren se acercó a la mesa y enseñó su placa una vez más, siguiendo el procedimiento.
—Me gustaría hablar con usted.
La secretaria asintió y la llevó al despacho de Darren para tener más privacidad.
—¿La policía? Ha pasado algo? —preguntó mientras tomaba asiento en una de las sillas.
Lauren ocupó la silla enfrente de ella y frunció el ceño, temiendo que eso pasaría.
—Señorita…
—Puede llamarme Raquel—completó ella.
—Raquel, el señor Brown ha sido encontrado asesinado esta mañana.
La secretaria abrió la boca y contuvo la respiración.
—¿Asesinado? —preguntó con un hilo de voz apenas audible—. Sabía que había pasado algo. No suele faltar al trabajo sin decírmelo antes.
Lauren se inclinó hacia delante y puso la mano en el brazo de la chica, quien ahora lloraba, para intentar consolarla.
—Lo siento, pero tengo que hacerle algunas preguntas.
Raquel asintió y tragó, limpiándose las lágrimas de sus ojos.
—Entiendo. Quiero ayudar.
Acto seguido, la detective sacó su pequeña libreta y un bolígrafo.
—¿Tenía Darren algún enemigo?
—Sí, claro. No puedes triunfar en algo si no haces enemigos por el camino.
—¿Y no hay ninguno en especial?
—No, sólo lo normal en el negocio, pero…
Lauren levantó una ceja y miró a la secretaria.
—¿Pero?
—No lo llamaría enemigo, pero últimamente no se llevaba bien con su segunda ex-pareja, Kevin.
—Kevin…—murmuró Lauren apuntando el nombre—. ¿Sabe su apellido?
Raquel asintió.
—Kevin Harris.
—¿Y sabe por qué no se llevaba bien?
Esta vez la secretaria negó con la cabeza.
—No, lo siento. Quizás Andrew sabe por qué—Lauren inclinó la cabeza, y antes de que preguntara, Raquel aclaró—. Andrew Cook. Es el mejor amigo de Darren desde antes de que yo empezara a trabajar aquí.
La detective asintió apuntando la nueva información.
—¿Hay algo más que debería saber?
Raquel pareció dudar un momento, hasta que al fin asintió.
—Ayer Darren firmó un contrato con Sharen Worldwide. Es un acuerdo bastante importante, y tras firmarlo me mandó a llamar a Andrew para salir a celebrarlo.
—¿No sabrá por casualidad el bar al que suelen ir?
—Normalmente van La Cabina—respondió la secretaria mientras observaba a Lauren escribir en su libreta, asintiendo con la cabeza.
—Muchas gracias, Raquel.
Las dos mujeres se levantaron de sus respectivas sillas y caminaron hacia la salida.
—Espero que le haya servido de ayuda—Raquel se paró y miró a Lauren—. Espero que atrapen al asesino.
La detective esbozó una sonrisa tranquilizadora para consolarla.
—Lo haremos.


Lauren salió de las escaleras a la vez que se recogía el pelo. Todavía no era mediodía pero ya notaba los signos del cansancio debido a la temprana llamada. Mientras aseguraba su oscuro pelo en una coleta, llegó hasta su mesa, pero antes de que pudiera registrar la nueva información levantó la cabeza y vio a Eiden en la sala de descanso hablando con alguien.
Observó como su compañero le ofrecía asiento. Tras tomar un respiro, Lauren se encaminó hacia la habitación.
—Siento interrumpir—se disculpó al entrar.
Las dos cabezas se giraron para mirarlo y Lauren confirmó sus sospechas. El parecido del hombre que tenía delante con Darren era evidente. Lauren reprimió un escalofrío cuando unos ojos igual de marrones que los de su hermano le miraron esa madrugada, haciendo que recordara los de Darren, sin brillo ni vida.
—Esta es la detective Wyatt—le presentó Eiden.
—Eric Brown—se presentó él, aceptando el apretón de manos que le ofreció la oficial—. No entiendo muy bien qué hago aquí.
Lauren tomó asiento al lado de su compañero, quien se movió hacia delante hasta sentarse casi en el borde de la silla. Tomando nota de la intención de Eiden, Lauren se adjudicó el papel de observadora. Su mirada se posó en Eric Brown y esperó al golpe en silencio.
—Le hemos llamado porque esta madrugada hemos encontrado el cuerpo de su hermano en su casa— Cuando Eric no dijo nada, aún sin entender del todo, Eiden añadió—. Su hermano ha sido asesinado.
Lauren reprimió una mueca. Vaya tacto; tal vez hubiera sido mejor que lo hubiera dicho ella. Eric adoptó una expresión de sorpresa y su mirada se alternó entre los dos detectives, como buscando una confirmación.
—¿Que qué?
—Lo sentimos, señor Brown. Sabemos que es algo difícil de asimilar.
Eric sacudió la cabeza a medida que la información se iba asentando. Lauren observó cómo iba pasando por las diferentes fases: negación, confusión, dolor. La detective sintió un nudo en el estómago y decidió que ya no tenía hambre. Esas escenas la ponían enferma sólo de imaginar cómo sería si le pasara a ella.
—Pero…Darren…No puede ser—balbuceó Eric más para sí mismo que para los detectives. Cuando levantó la cabeza, tenía lágrimas en los ojos que no llegaban a caer—. Le dije que se alejara de ese mundo.
Lauren se movió hacia delante en su silla y se inclinó.
—¿Qué mundo?
—Ya sabe—hizo un gesto vago con las manos mientras tragaba sonoramente las lágrimas—, la vida que tenía solo lo llevaba por el mal camino. Desde que se volvió famoso y rico, quién sabe lo que se metía cada noche y a quién hacía enfadar. Todavía recuerdo cuando solo éramos niños…
No pudo acabar la frase, ahogándose con su propia saliva mientras las lágrimas por fin corrían por su mejilla. Eiden le ofreció un pañuelo, el cual aceptó con una mano temblorosa, y Lauren le puso la mano en el brazo.
—Lo sentimos mucho—repitió ella—. Haremos todo lo que esté en nuestra mano para darle justicia.
Eric asintió y se sonó, pero se quedó en silencio, mirando al suelo.
—Es mejor que descanse, señor Brown. Nosotros nos encargaremos de todo—le aseguró Eiden con un apretón en el hombro—. Si se le ocurre algo, no dude en llamarnos.
Tras intercambiar tarjetas, los detectives dejaron a un afectado Eric Brown en el ascensor, aún sonándose con el mismo pañuelo. Cuando las puertas se cerraron, Eiden se giró hacia Lauren.
—Odio hacer esto, de verdad.
Lauren asintió ausente, aún mirando la puerta del ascensor. Tardó un poco más en volver en sí, pero por fin lo hizo y siguió a su compañero hasta su mesa, poniéndole al día con los datos que había recogido en Infinity.
—¿Andrew Cook? —Lauren asintió a la pregunta, ojeando aún sus notas— ¿El Andrew Cook de las revistas?
Lauren levantó la mirada y torció la cabeza.
—¿Revistas?
Eiden puso los ojos en blanco mientras escribía en su ordenador.
—Olvidaba que apenas tienes tiempo para hacer otra cosa que no sea trabajar o salir con cierta periodista—Lauren le fulminó con la mirada para recordarle la amenaza que le había hecho si contaba algo. Eiden levantó los brazos en defensa e hizo un gesto de cerrar la boca con cremallera.
—¿Así que este Andrew es famoso?
—Algo así podría decirse. Más bien consiste en hacer algún escándalo y que la prensa se haga eco de él. Si a eso lo llamas ser famoso…
Lauren esbozó una sonrisa socarrona.
—¿Detecto envidia en tus palabras o son imaginaciones mías?
—Definitivamente imaginaciones tuyas—asintió él. Giró la pantalla del ordenador y Lauren vio la foto de un hombre joven y atractivo sonriendo—. Andrew Cook, ejecutivo de cuentas de Infinity y mejor amigo de Darren Brown. Conocido por las juergas que se monta.
Estudiando la cara en la foto con los ojos entrecerrados, Lauren asintió.
—Deberíamos hablar con él. Por lo que contaba la secretaria de Darren, ayer salieron para celebrar el acuerdo así que probablemente hubo fiesta para dar y regalar.
Antes de que Eiden pudiera hablar, el sonido de su móvil asustó a Lauren, quien se estiró para cogerlo en el otro lado de la mesa. Lauren contestó y tras una breve conversación, colgó antes de girarse hacia su compañero.
—Stevens tiene la autopsia.
Los dos saltaron de sus respectivas sillas, cogiendo sus abrigos antes de dirigirse hacia el ascensor. Antes de salir de la comisaría, Lauren recordó el mensaje de Carrie y sacó el móvil para contestarle.
Eres la mejor. Te debo una cena como dios manda.
La respuesta no tardó en llegar.
Me debes más de una, pero te lo perdono si me buscas un hueco esta tarde.

Aunque sólo llevaban viéndose un par de meses, Lauren conocía a Carrie como si se conocieran desde siempre, y por eso sabía que esa cita no tenía nada de informal. Más bien lo contrario. Probablemente intentaría sacarle algunos datos sobre el caso mientras tomaban un café, pero Lauren no podía negarse a una pausa para ver a su novia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario